Una opción más para facilitar la actualización formativa

La presencialidad es necesaria en algunas titulaciones que hasta ahora se cursaban online.

Las necesidades de formación varían con los años y dependiendo del nivel de especialización, de la demanda y las competencias necesarias nos decantamos por diferentes opciones y formatos. Regladas, como pueden ser las formaciones profesionales o los postgrados oficiales, impartidos en centros públicos o privados de enseñanza pero siempre oficiales; y las no regladas, aquellas que no están reguladas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, sin validez académica oficial. Las universidades también pueden impartir cursos no reglados, por ejemplo los títulos propios –Máster, Experto, Especialista…–, los de postgrado profesional o los programas de enseñanza abierta que son cursos de corta duración de formación continua; incluso, algunos estudios de educación no reglada pueden tener el reconocimiento de un organismo público oficial, pudiendo conducir a titulaciones homologadas con validez profesional y puntuables en oposiciones y concursos de traslados.

La búsqueda de estos títulos está creciendo debido a la alta demanda de especialización, ya que dota de unas competencias concretas para trabajar en ámbitos específicos, algo a lo que los departamentos de recursos humanos conceden cada vez mayor importancia frente a las titulaciones oficiales. Según el informe del Grupo Educaedu, en 2020 más de 2,5 millones de personas entre 25 y 64 años realizaron algún tipo de formación no reglada.

Las ganas de seguir aprendiendo, de mejorar en cualquier ámbito, sea o no de manera oficial, darán respuesta a las necesidades de la sociedad actual porque la posibilidad de ampliar la formación una vez concluidas las etapas que comprenden la enseñanza obligatoria (Primaria, ESO y Bachiller) es tan completa como inclusiva, puesto que de la oferta existente también se pueden beneficiar los adultos que, por diversas circunstancias, no hayan podido concluir esos estudios.

Con el nuevo curso 2021-22 ya en marcha, aunque no con la normalidad esperada debido a la situación sanitaria, la actividad ha

vuelto a las aulas, encarando un año lectivo con 45.079 alumnos de Infantil y Primaria y 37.713 en ESO, Bachillerato y Formación Profesional. Son estos últimos estudios los que más novedades incluyen este año, con una oferta de 234 títulos de 23 familias profesionales, 97 de grado medio, 103 de grado superior y 34 ciclos de FP Básica, o lo que es lo mismo, según ha informado la Consejería de Educación, la oferta más amplia de la historia de Cantabria.

Igual de importante se mantiene la oferta que está dirigida a la formación para adultos y que tiene como fundamento un principio muy sencillo: nunca es tarde para seguir aprendiendo. Es un concepto que cada vez toma más fuerza en la sociedad, el reto de un constante aprendizaje y que tiene como finalidad ofrecer a las personas adultas la posibilidad de adquirir, actualizar, completar o ampliar sus conocimientos, aptitudes y competencias.

Los centros que cubren esa oferta, los CEPA, con sedes repartidas por toda la región, están enfocados no sólo a impartir Formación Básica Inicial, ESO, Bachillerato y Formación Profesional, sino que también están las clases de preparación para el acceso a la Universidad y otros programas de educación no reglados, tales como el aprendizaje de idiomas o la adquisición de competencias básicas que faciliten la inserción laboral y social.

Y es precisamente esa formación no reglada la que también cada vez encuentra una mayor red de centros especializados que ofertan una amplia variedad de programas que tienen como único objetivo, mejorar. Seminarios, talleres, estudios adicionales a la carrera profesional que mejoran la formación académica y que pueden engrosar el currículum.

Encarar el futuro

Los estudios universitarios son los que marcarán el futuro profesional, siendo una de las opciones de mayor demanda. En Cantabria, esa oferta académica incrementa su calidad, con un amplio abanico de titulaciones que cada curso llenan las aulas de las facultades. Es una actividad que crea una corriente formativa con centros que se dedican a impartir clases complementarias para los alumnos que precisan de un apoyo adicional. Matemáticas, ciencias, idiomas… materias que precisan de un refuerzo que encuentra en esas academias el lugar idóneo para dar cobertura al apoyo necesario.

Y una vez terminada la formación académica, toca incorporarse al mercado laboral. Para ello será preciso estudiar los pasos a seguir, siendo un buen recurso recurrir a la ayuda de los colegios profesionales que disponen de programas específicos para ayudar a encontrar un trabajo, con ‘bolsas de empleo’. También estas entidades organizan seminarios que pueden resultar muy orientativos respecto de la situación real del mercado laboral y prestan formación, igualmente, a la hora de elaborar un buen currículum profesional, tan necesario para acertar a la hora demostrar que se es el mejor de los candidatos.

Por supuesto está la oportunidad de mejorar la formación con la oferta de los másteres profesionales que dicen de la especialización del recién graduado. Es un doble esfuerzo el que se pide en este caso al alumno, pero compensa porque en muchos casos representa poder alcanzar un peldaño más en la «escalada» hacia la inserción laboral. Porque no hay objetivo, por fácil que parezca, que no requiera de un empeño por dar lo mejor de sí.

Los demandantes de un primer trabajo buscan programas que les ayuden en esa meta

Aprender o mejorar un idioma es otra de las opciones más generales de jóvenes y mayores

Salir de la versión móvil